Existen muy
pocas palabras para describir uno de los viajes más memorables de mi vida, no
solamente por el hecho de ser nuestro último viaje como promoción sino por las
lindas experiencias que viví con esta gran comunidad.
El primer día, a
la mayoría, les chocó la altura (“soroche”) pero esto no nos impidió reír y
cantar a todo pulmón en los buses, desde la ida al aeropuerto hasta el regreso
de la cena al hotel. Tuvimos un día muy
tranquilo ya que nos levantaríamos a las 3am para tomar el tren a Macchu
Picchu, lugar donde nos tomamos un centenar de fotos porque queríamos tener un
recuerdo con cada una de las personas con la que compartimos momentos, en un
lugar tan precioso del Perú. Al tercer
día, muchos de nosotros estábamos muy animados por la noche de discoteca y las
compras que realizaríamos en Chinchero. En mi bus, la música y los debates
políticos eran la combinación perfecta para un viaje de vuelta hacia el hotel. ¿La
discoteca? ¡¡Fue increíble!! Muchas personas que no veía bailar en las fiestas,
se unían al círculo a deslumbrar con sus pasos de baile. El día siguiente no tuvo mayores ajetreos y en
la noche fuimos a una cena con noche de fiesta. En ella, la nostalgia de
recordar que sería nuestro último viaje me animo a aprovechar cada momento. El último día, en nuestro proyecto Damián,
demostramos que una sonrisa vale más que mil palabras. Nunca había visto a mi
promoción tan compenetrada como en este viaje. Sin duda alguna, este es un
recuerdo que se quedará impregnado en mí hasta el fin de los tiempos.
Sin duda una de las mejores experiencias que tendremos❤️
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